27. Pez Soluble


Una vez, había un pavo, más que un pavo un pavón, sobre un malecón. A este pavón le quedaban muy pocos días para seguir gozando de la plena luz del sol y se contemplaba misteriosamente en un espejo veneciano colocado sobre el malecón a dichos efectos. Y entonces, intervino la mano del hombre, esa flor de los campos de la que sin duda habéis oído hablar. El pavo, que se llamaba, en broma, tresestrellas, ya no sabía qué partido tomar. Todos sabemos que la cabeza de los pavos es un prisma de ocho facetas, igual que el sombrero de copa es un prisma de siete u ocho reflejos.
El sombrero de copa se balanceaba sobre el malecón, como un enorme mejillón que canta sobre una roca. El malecón no tenía ninguna razón de ser desde que el mar se había retirado con energía aquella mañana. Por otra parte, hay que consignar que el puerto estaba enteramente iluminado por un arco voltaico del tamaño de un niño que va a la escuela.
El pavo se sabía perdido si no conseguía conmover a aquel transeúnte. El niño vio el sombrero de copa y, como sea que tenía apetito, procedió a vaciarlo de su contenido, concretamente sacó una bella medusa con boca en forma de mariposa. ¿Cabe la posibilidad de equiparar las mariposas a los reflejos? Evidentemente; por esto el entierro se detuvo en el malecón.
El sacerdote cantaba en el mejillón, el mejillón cantaba en la roca, la roca cantaba en el mar, y el mar cantaba en el mar.
El caso es que el pavo se quedó en malecón y, desde aquel día, atemoriza al niño que va a la escuela.

Pez soluble (1924). André Breton.


1 comentario:

Erika di Pasquo dijo...

Hola Lucas, soy Erika de 2do. anio..
Nuestro blo es www.concienciamagica.blogspot.com
y el mio es www.kosmographos.blogspot.com

Q lindo tu blog, me gustan mucho los bocetos.

Eri