La caja estaba en pie sobre su base, en un rincón del descansillo, entre aros de hierro y cabezas de arenque. La caja parecía haber sufrido algunos desperfectos, lo cual es muy natural, pero no los suficientes para que yo no tuviera el deseo de ponerla de nuevo a la luz. Debido a que era fosforescente, no podía yo pretender embarcarla, ya que los otros bultos hubieran llamado en su ayuda a musgos y grumetes, y quizá incluso a esos saltamontes de mar cuya trayectoria bajo el agua es exactamente igual a la trayectoria en el aire, y cuyas alas rebrillan cuando se les toma entre las manos. Me he cargado a Pablo y virginia sobre las espaldas. E inmediatamente se desencadenó una terrible tormenta. El interior de los carteles sólo se podía ver en las casas: en algunos había muchachas muertas, en otros una forma blanca se enroscaba sobre sí misma, una forma blanca parecida a un saco dos veces demasiado alto; en otros brillaba una lámpara de carne, pero de carne de veras. Lejos de protegerme los ojos con el antebrazo, estaba ocupado en formar con mis labios un ramo de juramentos que, dos días después, quería traicionar.
La caja únicamente contenía almidón. Pablo y Virginia eran dos formas cristalizadas de esa sustancia, a las que yo jamás volvería a ver, por cuanto en aquel entonces el amor volvió a hacer presa en mí y me condujo a otros extravíos que les contaré con sumo gusto."
Pez Soluble (1924) André Bretón